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jueves, noviembre 25, 2021

Es lo mismo, pero no es lo mismo

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UN IMPERDIBLE paper de mi estimado colega Octavio [ISLAS, 2010], para el que solo puedo decir que estoy de acuerdo, me lleva a escribir esto. Solo introduciría un matiz nada despreciable: más que solo afirmar que lo expuesto se ajusta a los planteamientos de McLuhan como que los medios son el mensaje, se confirma aún más que "los medios son el masaje", como el propio McLuhan junto con Quentin Fiore ironizaron atinadamente en los sesentas.

El mismo documento de Islas lo deja entrever aunque no de forma directa cuando anota [op.cit.: 4]:

[…] un nuevo ambiente mediático, creado por un nuevo medio o tecnología, solo puede ser percibido por la mayoría de las personas en el momento en el cual irrumpe en el escenario otro nuevo medio o una nueva tecnología. En este caso, el ambiente anterior se vuelve visible, mientras el nuevo ambiente se torna invisible para la mayoría de las personas.

El diccionario se limita a definir masaje como: "Acción que consiste en presionar, frotar o golpear rítmicamente y con intensidad adecuada determinadas zonas del cuerpo, principalmente las masas musculares, con fines terapéuticos, deportivos, estéticos, etc.". Pues bien, ya en aquel libro así intitulado El medio es el masaje, los autores McLuhan y Fiore hacían un sesudo parangón que ya desde su publicación en 1967 y desafortunadamente los teóricos e investigadores no han tomado muy en cuenta.

Ya en el epílogo de ese libro para su reedición de 1987, Jesús M. Tornero criticaba algo que igual aplica para este y otros papers [McLUHAN / FIORE, 1967: 165]:

La célebre frase "el medio es el mensaje" —que desgraciadamente se ha convertido en una forma extendidísima de reducción del pensamiento del autor— revela lo más relevante de la teoría mcluhana: su determinismo tecnológico.

[…]

El "medio como masaje" resume la idea de un modo más gráfico [yo diría más estético, asociando al concepto que introduje con mi tesis de la actitud estética pues, como un masajista…]; los medios manipulan a los receptores, los mueven, conforman su personalidad y conciencia y todo ello por encima de los contenidos que puedan transmitir.

Esos contenidos, sean en un blog, un tuit o un comentario hechos por profesionales de la comunicación o por diletantes o simplemente cualquier persona, en cualquier red social y sobre un largo etcétera de plataformas en constante evolución hacen las veces de la toalla y los afeites e instrumentos empleados por el masajista para cubrir, calentar, enfriar, relajar, distribuir, deslizar, pegostear, acomodar, reafirmar, estirar, contraer no al mensaje solo, sino los propósitos informativos y formativos que lo fundamentan en sus objetivos funcionales.

Estructuralmente, cada amasada mediática sobre el cuerpo social pasa de modo necesario por la deformación de su superficie en la finalidad de desatar, airear, aplanar o levantar de manera consciente, consensada y convenida los probables, esperables efectos y reacciones internas del perceptor con un carácter terapéutico. Y la labor de los medios puede resultar en este sentido gratificante o dolorosa, incómoda; y si el masajista de turno no tiene pericia adecuada, su quehacer puede ser dañino hasta extremos insospechados. Claro que también ello depende de la sensibilidad del masajeado, pues ya se sabe que hay a quienes les gusta que les toquen hasta el asterisco y quienes no soportan ni la más leve insinuación en la oreja.

Así y contra lo que se cree, los medios son el rodillo, pero también el fiel de la balanza tanto como la balanza misma, la que puede inclinarse a un lado u otro o mantener el equilibrio por causa de la intensión, pero también dejar huellas, lesiones infligidas o autoinfligidas por causa de la fuerza o la estupidez empleadas en el proceso.

El medio, o el proceso de nuestro tiempo —la tecnología eléctrica [y su extensión electrónica, actualizo]— está remodelando y reestructurando los patrones de la interdependencia social y cada uno de los aspectos de nuestra vida privada. Nos está forzando a reconsiderar y revaluar prácticamente cada pensamiento, cada acción y cada institución que hasta hoy se daban por establecidas. Todo está en cambio: usted, su familia, su barrio, su educación, su gobierno, su relación con "los otros" [su trabajo, le faltó decir a los autores]. Y está cambiando dramáticamente.

Las sociedades siempre han sido moldeadas más por la índole de los medios con que se comunican los hombres que por el contenido mismo de la comunicación [McLUHAN / FIORE, op.cit.: 8].

Y es por esto mismo que en mi tesis desarrollé un "modelo intimista" de la comunicación que se ancla en los dos componentes básicos que explican lo dicho por los autores: la información y la expresión. Mientras la información es semejante al aceite que unta el masajista y puede permanecer intacto en la repisa, la expresión en el ademán y la mano del masajista se vuelve factor necesario, indispensable para que dicha información surta su efecto y tome curso de acción emotiva y/o imaginativa.

Mientras los consumidores y los prosumidores de contenidos se debaten a veces infructuosamente en discusiones morales sobre los medios, la realidad, en tanto tal determinismo tecnológico de los medios como extensiones del hombre, como masaje de la conciencia y por tanto como mensajes en sí mismos de lo que ocurre, ha ocurrido, será obsoleto y sobrevendrá son enteramente amorales.

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Referencias

  • McLUHAN / FIORE, Marshall y Quentin. The Media is de Massage, Bantam Books, 1988.
  • ISLAS, Octavio. "El tránsito de la blogósfera a la twittósfera. ó cómo Internet se ha encargado de dar razón a las tesis de Marshall McLuhan. Cumbre Iberoamericana de Comunicación Política, 2010". Consultado el 25 de noviembre de 2021 desde https://www.academia.edu/6008946/El_tr%C3%A1nsito_de_la_blog%C3%B3sfera_a_la_twitt%C3%B3sfera_%C3%B3_c%C3%B3mo_Internet_se_ha_encargado_de_dar_raz%C3%B3n_a_las_tesis_de_Marshall_McLuhan_Cumbre_Iberoamericana_de_Comunicaci%C3%B3n_Pol%C3%ADtica_2010?email_work_card=view-paper